BRICEÑO, los

(Almería, ss. XVI-XVII). Burócratas, militares, terratenientes y benefactores. La familia de los Briceño, venida al Reino de Granada durante la conquista, alternó su residencia oficial entre Almería y Granada, de donde se titulaban vecinos y tenían sus casas principales y mayorazgo. Fueron grandes acaparadores de oficios públicos (civiles y militares) y de riqueza, siempre a la sombra del clientelismo militar del Capitán General del Reino de Granada, el marqués de Mondéjar.

El licenciado Jerónimo Briceño nació en Benavente (Zamora), fue alcalde de corte y oidor de la Real Chancillería de Granada, miembro del Consejo Real y asistente de Sevilla en 1536 y 1537. Casó con Isabel Osorio de Mendoza, natural de Jaén e hija de Alonso Vélez de Mendoza, regidor de Granada y alguacil mayor de Jaén. El matrimonio tuvo como hijo a Jerónimo Briceño de Mendoza (1529- 1590), en quien sus padres instituyeron un mayorazgo. Casado con Micaela de la Cueva (fallecida en 1596), hija del capitán de Almería Jerónimo de la Cueva, desempeñó numerosos cargos civiles y militares: regidor de Granada, corregidor de Murcia (1561-1568), Burgos, San Clemente, Córdoba, Guadix-Baza-Almería, gobernador y justicia mayor en el Marquesado de Villena (1574-1575), gobernador corregidor del principado de Asturias y general de los puertos de aquella costa (1586). El matrimonio, ya retirado de la vida pública y residente en Almería, hizo en 1589 un acrecentamiento del mayorazgo que poseía Jerónimo con cuantiosos bienes libres, radicados en Granada y provincia, y en Almería y su jurisdicción. Por la trascendencia que tendrá este mayorazgo conviene subrayar la solidez económica del mismo: 8 casas en Granada y 1 en Almería, su residencia, situada junto a la plaza del Juego de Cañas (Plaza Vieja o de la Constitución), 3 casas-tienda y 12 tiendas ubicadas en el Zacatín y la Alcaicería de Granada, 10 cortijos con 5.899 fanegas y 35 casas en los términos de Granada, Loja, Alhama, Íllora y Alcalá la Real, 24 huertas con varios cientos de tahúllas repartidas entre el campo de Almería y lugares del bajo Andarax, con sus casas de labor; un ingenio de azúcar en el campo de Almería; 6.389.297,5 maravedíes, entre censos perpetuos, abiertos y juros, que rentaban anualmente 456.375,5.

El verdadero artífice de este enorme patrimonio fue Jerónimo Briceño de Mendoza, quien, además de acumular el mayorazgo de sus padres y los bienes de su mujer, aprovechó su influencia político-militar para engrandecer su fortuna. Fue un auténtico acaparador de bienes de todo tipo (censos, casas, cortijos), invirtiendo sólo en algunos de ellos más de 31.225 ducados (unos 11.709.168 de maravedíes). En una inspección fiscal que se hizo en Almería en 1597 el alcalde mayor manifestaba que todos los vecinos eran muy pobres, excepto unos pocos, destacando por su riqueza Jerónimo Briceño de la Cueva, por su mayorazgo. Aprovechó las ventas masivas que se hicieron de bienes de moriscos y de baldíos para incrementar su patrimonio. Sólo dos cosas no pudo conseguir por oposición de las ciudades: en 1580 intentó comprar al fisco real la extensa algaida que había junto a la ciudad de Almería, con el fin de ponerla en explotación y “panificarla”; en 1588 quiso crear un pequeño señorío comprando la jurisdicción sobre tres cortijos, contiguos entre sí, que había adquirido en subasta de bienes de moriscos en el Temple y Alhama.

Atento a todo lo que pudiese dar dinero, preso de la fiebre especuladora de la caña de azúcar que se generalizó en la costa granadina después de la expulsión de los moriscos, Jerónimo entró de lleno en el negocio azucarero. Levantó extensas plantaciones de caña de azúcar en el campo de Almería y Alhadra y edificó su propio ingenio para fabricar el azúcar en dicho campo. Sabedor de que los genoveses controlaban el negocio del azúcar, nombró en 1583 como administrador y director de las plantaciones de caña y del ingenio al genovés Francisco Botario, que a la sazón era gobernador de los alumbres de Rodalquilar. La empresa, netamente capitalista, adquir
ió cierta envergadura, pues empleaba 100 trabajadores y gran cantidad de cabalgaduras en los momentos de la zafra y funcionamiento del ingenio. Durante algunos años obtuvo esperanzadores rendimientos, pero, a finales del XVI, la empresa azucarera quebró porque la caña de azúcar no terminó por aclimatarse al campo almeriense.

En 1590 fallecía Jerónimo Briceño en Almería y por su poder otorgaba testamento (24-XII-1590) su esposa Micaela ante el escribano Rodrigo del Ala: creaba un panteón familiar en la capilla mayor del convento de San Francisco de Almería, que había comprado, y designaba como sucesor en el mayorazgo a su hijo primogénito, Jerónimo Briceño de Cueva. Pero las cláusulas más trascendentales se fundamentaban en la hipótesis de que se agotase la línea sucesoria del mayorazgo, pues, llegado ese caso, los cuantiosos bienes se deberían destinar a la fundación de cuatro obras pías y un convento de monjas: la creación de un pósito de 1.000 fanegas de trigo para remedio de los pobres de Almería y su comarca en tiempos de necesidad, renovándolo cuando se agotase; una dotación para casar cuatro huérfanas cada año, con una ayuda de 60 ducados para cada una; otra dotación económica para que anualmente se rescatasen cuatro cautivos de Almería y su término, con 60 ducados para cada uno, prefiriendo a los niños; y una última, para que en Navidad se entregasen seis mantos a otras tantas mujeres honradas; con el resto de los bienes del mayorazgo se debía fundar en la ciudad de Almería un monasterio femenino de la orden de Santa Clara, con 24 monjas sin dote, edificándose en las casas y huerta donde vivía, junto a la plaza del Juego de Cañas. De dichas fundaciones pías dejaba por patronos al señor obispo de Almería, al deán del cabildo catedralicio y al padre guardián del convento de San Francisco. Aunque tardará un siglo, la falta de descendencia directa en la línea sucesoria del mayorazgo determinó que se convirtiesen en realidad todas estas obras pías. En 31-I-1596 otorgaba testamento la propia Micaela de la Cueva, ratificando el contenido del efectuado por su marido y falleciendo poco después.

En la casa y mayorazgo sucedió, como estaba estipulado, Jerónimo Briceño de la Cueva, capitán de una compañía de Guardias Viejas emplazadas temporalmente en la costa del Reino de Granada, con salario de 250.000 maravedíes. Fue caballero de la Orden de Santiago y casó con Ana Figueroa Lasso de la Vega, hermana del I conde de Puertollano, de cuya unión sólo nació Luisa, tutelada en su juventud por su tío, Iñigo Briceño de la Cueva, pues sus padres murieron relativamente pronto, y contrajo matrimonio con Antonio Hurtado de Mendoza, comendador de Zurita de la Orden de Calatrava.

Cristóbal Briceño ejerció también el oficio de capitán y falleció soltero. Pero será Íñigo Briceño de la Cueva quien alcanzará el mayor protagonismo de los hermanos, amparado en el apoyo del marqués de Mondéjar, que había sido su padrino: natural de Almería, fue regidor de Guadix, caballero de la Orden de Santiago en 1610, veedor de la gente de guerra de la costa del Reino de Granada en su sector de levante desde 1590, capitán general de la costa del Reino de Granada, consejero de Guerra, electo gobernador y capitán general de Orán. Uno de los sucesos más espinosos que tuvo que soportar fue el asalto a Adra que en 1620 hicieron los turcos. A Íñígo se debe el levantamiento del primer plano que se conserva de la ciudad de Almería por Juan de Oviedo (1621), ingeniero que lo acompañó en la visita que hizo a la costa del Reino de Granada tras el asalto turco. Estuvo casado con María de Bazán y Guzmán, hija de Diego de Bazán y Guzmán y Aldonza de Benavides, dueños de Villanueva de las Torres de Alicún (Guadix), cuyo señorío compró Íñigo en 1627 por 3.200 ducados. Falleció en 1629. Entre los hijos de este matrimonio, la línea sucesoria pasó a Jerónimo Briceño y Bazán, también caballero de la Orden de Santiago en 1625, maestre de campo y señor de Villanueva de las Torres. Cas
ó con Blanca Coloma, hija del I marqués de Espinar. El matrimonio residía en Bruselas en 1641 y su hijo Carlos sería el último poseedor del mayorazgo.

Carlos Briceño Coloma y Bazán sucedió a sus padres en la casa y mayorazgo en 1669. Fue I marqués de Villanueva de las Torres, título creado en 1673, maestre de campo del Tercio de Saboya y gobernador de la ciudad de Lodi, en el Milanesado (Italia). Casó en 1672 con María Teresa Ronquillo Briceño, dama de la reina Mariana de Austria. En el período 1671-1675 los bienes del mayorazgo en Almería y su término rentaban 236.208 mrs. al año. Carlos falleció en 1693, dejado como única y universal heredera de la casa y mayorazgo a su hija Catalina María Margarita Briceño y Coloma, monja profesa en el convento de la Concepción de Almería, con lo que se extinguió la línea directa sucesora de la casa y mayorazgo de los Briceño. El 2-IV-1695 se firmó una transacción entre diversos pretendientes a la sucesión del mayorazgo, en donde se reconocía que los bienes pasaban a las obras pías fundadas por Jerónimo Briceño de Mendoza y su mujer, Micaela de la Cueva. Pocos años después se hacían realidad estas obras pías, especialmente el primer monte de piedad creado en Almería, con 1.000 fanegas de trigo, y la fundación del convento de monjas de la orden de Santa Clara (“Las Claras”). Aunque la autorización real para la fundación fue otorgada en 1719, por problemas económicos y técnicos en la construcción del edificio habrá que esperar hasta 1756 para que las monjas tomaran posesión del nuevo convento.

 

Dibujo de José Luis Ruz Márquez, procedentes de sus libro Los escudos de Almería (1986)



Muñoz Buendía Antonio





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